martes, 26 de octubre de 2010

Mis hijas

Stephanie es la mayor de mis hijas, Josabeth la menor, ambas son sin duda el regalo más hermoso que el Señor me dio. Estas "niñas" para mi, aunque ya adolescentes son mi inspiración y el motivo por el cual trato de superarme cada día.

Los hijos de los matrimonios que sirven como pastores son una gran bendición en el hogar, no son personas que "caminan en el aire", espiritualmente hablando, simplemente son "niñas" cualquiera, se comportan como cualquier otro adolescente (lo cual a veces es difícil). No trate que las miren como las "hijas del pastor", sino más bien como personas comunes dentro de la iglesia, que tengan eso si convicciones y creencias cristianas arraigadas en sus corazones.

Estas "niñas" han atrevesado junto a nosotros los momentos más difíciles de nuestras vidas, nunca se quejaron cuando no hubo dinero ni alimento, nunca se quejaron cuando por las mismas obligaciones pastorales nos tuvimos que mudar de casa en casa, nunca se quejaron cuando no teníamos automóvil y teníamos que viajar en autobús bajo la lluvia, el sol o el frío, nunca se quejan cuando hay que asistir a la iglesia durante la semana, a veces hasta cinco o seis seguidos.

Al verlas, mi corazón se llena de inspiración y motivación para continuar, para ser un ejemplo de perseverancia para ellas, para que puedan lograr las metas y ambiciones propias. Muchos pensarán que ellas no juegan un papel importante en la vida de la familia pastoral, pero realmente son más importantes de lo que piensan. El escucharlas decir "papi te amo" o "papi, papi" es para mi y para mi esposa la razón por la cual debemos avanzar no importa qué.

En la iglesia son una gran bendición para muchos, pues siempre tienen una sonrisa y un gesto amable para todos, siempre están rodeadas de amigos y amigas con quienes compartir, colaboran en muchas tareas propias de la iglesia, si bien es cierto que no están involucradas "100%" en la obra, su aporte es importante para llevar a cabo algunas tareas.

Como padre me siento orgulloso de ellas, tienen un carácter que hemos formado, el cual les ha ayudado a tener éxito en sus estudios y en las metas que se proponen.

Que Dios bendiga grandemente a mis "princesitas".

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