Unos años después de conocernos, comenzó nuestra aventura como familia y como siervos del Señor. Una aventura que ha durado casi 19 años. Me dio dos preciosas niñas que son mi mayor bendición y regalo de parte de Dios. Mi esposa es sin duda una gran mujer, luchadora, de carácter fuerte y aguerrido, pero ante todo es su espíritu dadivoso lo que más resalta en ella.
Ella es una persona que siempre esta pensando como dar o como bendecir a alguien, no hay viaje que hagamos, en el cuál ella no este buscando un presente o un recuerdo para obsequiar a sus familiares o hermanos de la iglesia. Muchas personas la bendicen con dinero o cosas materiales, pero no duran mucho en sus manos, termina repartiendo lo que Dios pone en sus manos.
No pudo darme el Señor mejor persona para ser mi compañera, mi esposa es la perfecta "ayuda idónea", siempre fiel a Dios en primer lugar, a sus convicciones cristianas, a su familia, a su iglesia y al papel que Dios diseño para ella en el reino de Dios.
No sería y tendría lo que tengo de no ser por ella, mucho, por no decir casi todo lo que tenemos yo creo firmemente que se debe a ese espíritu dadivoso que tiene. A las "regañadas" que me da para que enderezca el rumbo cuando a veces sin darme cuenta estoy tomando el equivocado, a las palabras de ánimo que me levantan cuando la "batalla" se pone dura, a sus comentarios que me hacen en muchas ocasiones darme cuenta de que estaba a punto de cometer un error o tomar una mala decisión, palabras que me hacen rectificar lo hecho.
Su influencia en la iglesia es grande, lo veo en la formación de las "siervas del Señor", mujeres que están adoptando su mismo espíritu. Al trabajo en el espíritu y carácter en aquellas mujeres que golpeadas por el pecado, el mundo, la sociedad y aún por sus propios familiares vienen a nuestra iglesia. Es ella quién trabaja en ellas para levantar su espíritu, dignidad y entiendan su lugar delante de Dios como la "niña de Sus ojos".
No podría imaginarme una vida sin ella, no hay mujer perfecta para mi, para mi forma de ser, que no sea ella. Gracias doy a Dios por dármela y ponerla en mi propósito, por influir en mi vida y aún en mi personalidad y carácter.
"Baby" que Dios te bendiga por siempre, te amo con todo mi corazón (aunque nunca exprese mis emociones tan fácilmente), gracias por todo.
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