lunes, 15 de agosto de 2011

La necedad

La gran mayoría de errores en la vida los cometemos, no porque seamos ignorantes o porque no "sabíamos lo que hacíamos", sino más bien porque no hemos vuelto "NECIOS" en nuestra manera de actuar y vivir.

La definición más exacta de lo que significa ser necio, es "ser alguien que es inútil instruirlo o enseñarle". Siempre hemos tenido a nuestro alrededor personas que nos aconsejan o brindan una mano para no caer en errores o tomar malas decisiones, ya sean amigos, familiares, compañeros, hermanos de la iglesia y desde luego los pastores.

Con el paso del tiempo no queremos escucharlos ni seguir sus instrucciones, ya sea por orgullo, arrogancia, testarudez o simplemente porque no queremos vivir la vida a nuestra manera. Esta decisión nos ha traído una cadena de errores, y el escuchar constantemente de parte de otros la famosa frase: "te lo dije".

La necedad se ha vuelto parte de nuetra vida y de nuestro diario vivir, es por eso que pasamos más tiempo resolviendo problemas que disfrutando de la vida. Aprendamos a vivir escuchando a quienes nos rodean, ellos tienen mucho que decirnos, sea por su propia experiencia o por lo visto en otros y las consecuencias que trae.

La vida es predecible 1+1=2, malas decisiones traen como consecuencias dolor y lágrimas, buenas deciciones traen alegría y disfrute. No hagamos de la necedad nuestro estilo de vida. Si queremos ver días de alegría, dice la Biblia en Proverbios 3:1-8:

1Hijo mío, no te olvides de mi ley,
Y tu corazón guarde mis mandamientos;
2 Porque largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.
3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
Atalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu corazón;
4 Y hallarás gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los hombres.
5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
7 No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;
8 Porque será medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Los desafíos

Los desafíos son aquellas cosas que nos obligan a hacer más de los que hacemos. Jesús dijo: "Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos", Mateo 5:41. Lo que Jesús nos quería decir es que debemos desafiarnos para ir aún más lejos, aunque sea obligados.

A veces como cristianos, estamos esperando que las cosas nos caigan del cielo, pasamos la vida esperando esas "bendiciones" de parte de Dios. Esas bendiciones no vienen solo por que las queremos, sino más bien por la fidelidad hacia nuestro Dios.

Jesús lo dijo también de esta manera: "Su señor le dijo: ``Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor". Esto nos quiere decir que para acceder a esas "grandes bendiciones" que Dios tiene para nosotros debemos esforzarnos y ser fieles primero en lo que ya tenemos. Pero cuánto trabajo nos lleva y aún después de años, no hemos podido serle fiel al Señor ni aún en lo que poseemos.

El desafío más grande que tenemos como cristianos, es ser fieles al Señor, tanto en lo espiritual como en lo material, ministerial pero mejor aún en nuestra relación con El. Una las protestas más comunes que oímos de parte de Dios hacia su pueblo, fue precisamente esa falta de fidelidad hacia El, y que su propio pueblo se inclinaba hacia los ídolos.

No podemos pretender que Dios nos lleve al siguiente nivel si ni siquiera hemos podido ser fieles en el que estamos. En este punto muchos cristiano se desaniman porque piensan que Dios no los ama o falló en sus promesas, pero nunca miran dentro de su interior para darse cuenta que hemos sido nosotros mismos los que hemos fallado.

Como cristiano he pasado por esto, pero entiendo que nada gano con desesperarme, tengo que esperar pacientemente el tiempo de Dios, pero más importante es meditar cada día acerca de mis caminos para ver si soy merecedor de ese "ascenso" de parte de Dios, que aunque me lo diera nunca sería merecedor de él, pues somos infieles siempre.

lunes, 25 de abril de 2011

La puerta de entrada del enemigo

Una de las principales puertas por las que el diablo accesa a la vida de los creyentes es el oir. Cuando prestamos atención a su mentiras le abrimos las puertas de nuestro entendimiento y de nuestro corazón. El gran error que cometió Eva en el Jardín del Edén fue escuchar a la "serpiente". Ella nunca debió escuchar lo que ella decía. Su ignorancia y desconociemiento de las artimañas de Satanás la llevó a destruir lo que Dios tenía para ellos.

Oir al enemigo puede convertirse en el mayor error que podemos cometer los hijos de Dios. El diablo es astuto, él no se acerco a Adán para hablarle, lo hizo con Eva, ¿por qué con Eva y no con Adán?

Bueno, a la mujer por naturaleza le gustan las palabras dulces, a ellas les gusta escuchar que son hermosas, importantes y valiosas. Por eso cuando una esposa no lo escucha de su esposo, esta siente que ya no la quieren o es importante para él. El diablo se aprovechó de eso para seducir el oído de Eva.

Tres cosas que el diablo entendió:

1. Satanás sabía esto de las mujeres, por eso usa a hombres aprovechadores que seducen a muchas mujeres con palabras dulces, les prometen el cielo y las estrellas, cuando lo único que buscan es su cuerpo. Tristemente, muchas mujeres les creen y terminan siendo víctimas. Terminan siendo destruidas y abondonadas después de quedar embarazadas o después de haber sido usadas para sexo. Su dignidad, su valor como mujer se pierde, y a partir de ahí a muchas se les termina la alegría de ser mujer. Dejan de arreglarse, se descuidan físicamente y emocionalmente, sienten que ya no valen o que solo para eso las buscan.

2. El enemigo sabe también que las palabras endulzan del oído de una mujer y las lleva a caer en chismes, lastimosamente muchas tienen ese problema (aunque hay hombres que también son bien chismosos), se prestan para llevar comentarios de aquí para allá y terminan adquiriendo una mala reputación y siendo rechazadas por eso. Pero también se convierten en personas que destruyen la vida de otros a através de esos comentarios. El enemigo las usa como instrumentos para dañar.

3. El diablo sabe que detrás del oído dulce a las palabras de una mujer, hay un hombre que es débil a la voz dulce de una mujer. El puede hacer caer a un hombre a través de ella, como le sucedió a Sansón. El otrora gran y fuerte hombre, fue reducido a la miseria espiritual por las palabras amorosas de Dálila.

Hermanas, guarden su corazón, pero también guarden sus oídos, no dejen que el enemigo las endulce, porque todo lo que él quiere es destruirlas, pero también destruir la vidad de otros a través de ustedes.

lunes, 21 de marzo de 2011

Acontecimientos recientes

En los últimos días, hemos mirado con asombro las imagenes de los terremotos en Indonesia, Chile, Nueva Zelanda, Jápón y otros, así como los "tsunamis" que siguieron en algunos de estos países. Es impactante observar el poder de la naturaleza, no hay nada ni nadie que pueda detenerla.

De la misma forma hemos podido observar la "revolución" en el mundo árabe, donde los pueblos ya no soportan más a los gobiernos dictatoriales que los han gobernado por décadas.

Para los cristianos esto no debería ser causa de asombro, pues la misma Biblia había ya pronosticado estos acontecimientos cientos de años atrás. Jesús mismo dijo que esto solo sería "principio de dolores". Esto nos enseña que sí solo es el principio, no quisiera saber como es el final, aunque para eso podemos leer el libro de Apocalipsis, donde nos relata cual será el fin que le espera a este mundo y a la humanidad.

Pero más que una profecía, a mi parecer es más bien que la "copa de pecado" de la humanidad ya se esta rebazando y el mismo pecado ha traído estos desastres sobre los hombres. La tierra ya no puede aguantar más el pecado de este mundo. Son tantas cosas que el hombre hace hoy contra Dios que no podemos esperar que El nos proteja de nuestro propio pecado.

Debemos guardar nuestro corazón para que estas cosas no nos alcanzen, aunque tarde o temprano pienso nos alcanzaran y pagaremos por nuestros pecados, por nuestra desobediencia y por nuestra rebeldía al Señor. Lo único que queda es orar y guardarnos sin mancha en medio de una generación que sufrirá las consecuencias de darle la espalda a Dios.