jueves, 25 de noviembre de 2010

Matando el espíritu de Abel

Una de las cosas a las que menos le prestamos atención en nuestras iglesias es a las críticas, comentarios, acusaciones, calumnias, difamaciones y no podía faltar la madre de todas estas el "chisme". Cuantos daños ha causado esto a miles de cristianos en miles de iglesias alrededor del mundo.

Quienes generalmente tienen esta práctica son aquellas personas poco comprometidas con la obra de Dios, son aquellas que miran a los toros desde la barrera, pero pocas veces se atreven a entrar a luchar con los toros. Son aquellos que tienen la "habilidad" de encontrar errores en todos, pero son inútiles en encontrar los suyos propios.

Este tipo de personas las tenemos por cientos en las iglesias cristianas, tiene un comportamiento "religioso", es decir asisten a la iglesia, se comportan como cristianos pero sus palabras y comentarios están muy lejos de representar a Cristo.

Caín era el tipo de persona que reconocía y creía en Dios, el traía ofrendas a Dios, pero en la práctica no se sometía a El, él traía las ofrendas que a él le parecían y no las que Dios pedía. Así son las personas que dañan el espíritu de otros, vienen a la iglesia, reconocen a Dios, lo alaban y hasta pasan al altar, pero en la práctica no se somenten a Dios, su lengua habla lo primero que piensan sin meditar en las consecuencias de sus palabras, profesan tener el amor de Dios, pero están muy lejor de demostrarlo.

La actitud de Caín con su hermano Abel nos demuestra este tipo conducta, cuando Dios le preguntó por su hermano, este le respondió; "¿Acaso soy yo guarda de mi hermano?" Esto demuestra un desinterés por su "hermano en Cristo", y luego simplemente lo mató sin ningún tipo de remordimiento.

Los Caín en las iglesias acaban con los Abeles quienes si buscan agradar a Dios, abedecen y se someten a Dios, y traen la ofrenda de sacrificio que Dios les demanda, estos Caines no soportan a quienes se han entregado al Señor con pasión y alma para hacer Su voluntad, por eso siempre tratan de "matar su espíritu".

No es de extrañar la gran cantidad de cristianos heridos y lastimados que andan por el mundo, muchos de los cuales fueron grandes hombres y mujeres de Dios, pero un "Caín" les destruyó su espíritu y dejaron de traer la ofrenda que sí agradaba al Señor. Dejemos de ser Caín y convirtámonos en Abel para así ayudar a edificar la iglesia de Cristo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Merecimientos

¿Alguna vez se ha puesto a meditar acerca de todo lo que Dios nos ha dado? Muy pocas veces quizás, por no decir que nunca. La mayoría de nosotros solo vemos transcurrir los días y disfrutar de ellos sin detenernos a pensar un poco de esos días.

Un día de estos me puse a meditar acerca de la vida y todo lo que el Señor nos ha dado, entre más pensaba y meditaba mi corazón se hacía más pequeño hasta el punto de terminar llorando en agradecimiento a Dios por habernos dado tanto por tan poco.

Pensaba en mi salvación, familia, iglesia, amigos, ministerio, bienes, etc. Por más cuentas que saqué no pude en ningún momento valorar todo lo hermoso que Dios nos ha dado. Ni por asomo estamos cerca de pagarle cada detalle que ha tenido para con nosotros, cada gesto de bondad y misericordia, cada bendición y sobre todo cada perdón.

Llegue a la conclusión de que no merezco nada, absolutamente nada de lo que tengo. Es por eso que no tengo derecho de protestar, quejarme o reclamar nada a nuestro Señor, pues estamos sobrados de las bendiciones que el Señor nos da cada día. David dijo en el Salmo 8 versículos 3 al 9: "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste: Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, que lo visites? Pues le has hecho poco menor que los ángeles, Y coronástelo de gloria y de lustre. Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas, y bueyes, todo ello; Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos, y los peces de la mar; Todo cuanto pasa por los senderos de la mar. Oh Jehová, Señor nuestro, ¡Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!" De esta manera el Rey David meditó acerca del hombre.

No merecemos nada de parte de Dios, hemos sido, somos y seres pecadores, nuestra naturaleza así lo dicta, "quién nos librará de este cuerpo de muerte", dice la Biblia. Seamos agradecidos con Dios, no abramos nuestra boca para decir cosas que no merecemos, como digo a la congregación: "Ten cuidado cuando le pidas a Dios lo que crees merecer".

jueves, 11 de noviembre de 2010

Un ojo misericordioso

En el libro de Proverbios capítulo 22 en el versículo nueve, la Biblia nos dice que "el ojo misericordioso será bendito, porque da de SU pan al indigente". La misericordia no es otra cosa más que compasión hacia alguien que esta en necesidad.

De esta forma es que Dios nos mira, con compasión, de otra forma ya no tendríamos oportunidad de segundas oportunidades o una vida eterna. Nosotros los cristianos tenemos la bendición de tener dentro de nuestros corazones el "pan de vida" que es Jesús.

Si queremos realmente entender y amar a la gente debemos en primer lugar cambiar nuestra forma de verla. Mientras miremos con ojos humanos, no veremos otra cosa más que sus defectos, debilidades, carácter (algunas veces desagradable) y equivocaciones. Jesús no mira al hombre de esta manera, él nos mira con amor, ve en nosotros la oportunidad de cambiarnos y hacernos verdaderos hijos del Altísimo.

Jesucristo no miró con ojos humanos a Pedro y demás apóstoles, de lo contrario por sus "cualidades" nunca llenarían las espectativas como siervos del Señor. El más bien vio sus corazones, no vio el presente, vio su futuro, lo que él podría formar en sus vidas.

Jesús seguramente se dijo: "Si pudiera llegar a sus corazones, haría grandes cosas a través de ellos, tocaría el mundo con sus corazones transformados". Y eso fue precisamente lo que hizo, él nunca le recriminó a Pedro por ser pronto para decir cosas, decirlas sin pensar primero, no le reprochó a Tomás su incredulidad, no le dijo nada a Mateo de por qué sus amigos eran publicanos y prostitutas cuando fue a comer a su casa, no le mencionó nada a Felipe por ser tan calculador, no le dijo nada a Judás por ser ladrón y traidor.

Jesús ya sabía lo que cada uno de estos hombres eran, no tenían que decírselo, él ya lo sabía, pero él miró más que lo externo, Jesús solo creyó que un corazón transformado sería capaz de hacer inimaginables para el reino de Dios. Jesucristo miraba a los hombres con ojos de misericordia.

Nosotros los cristianos no miramos así, nosotros vemos con ojos humanos, siempre buscando errores y pecados en los demás, por pasamos gran parte de nuestra vida cristiana criticando y señalando, haciendo énfasis en lo externo. Yo como Pastor se muy bien lo que cada uno de los miembros de mi iglesia son, no tienen que decirme como es cada quién. No pongo atención a lo externo, sino me enfoco en lo interior, pienso en estrategias para llegarle al corazón de cada uno y así llegar a sus necesidades interiores para ayudarlos a cambiar, vencer y ser transformados de su estilo vida que los llevo o lleva a la destrucción.

Jesús es el pan de vida que mora en nosotros y debemos DAR de ese pan a quien lo necesita, debemos aprender a mirar con compasión, pedirle a Dios que nos de OJOS MISERICORDIOSOS para así ayudar a los "INDIGENTES ESPIRITUALES" que necesitan un poco de lo que nosotros ya tenemos, el amor de Dios, o al menos eso se supone, que tenemos ese amor en nosotros. El libro de Santiago en el capítulo 5 versículo 20 dice; "Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados".